La Argentina se transformó en los últimos años en el principal productor de aceite de oliva de América del Sur, situación que se tradujo en un récord de exportaciones durante el 2006 y dejó atrás una larga crisis que la llevó al sector al borde de la extinción.Sin embargo, a mediados de la década pasada, las sequías en la Cuenca del Mediterráneo -región donde están los principales productores mundiales- y las excelentes condiciones del mercado mundial aumentaron el precio internacional del aceite e impulsaron el resurgimiento del sector.
Pese a que la producción olivícola argentina aún carece de relevancia mundial, a fines de esta década o mediados de la próxima, superaría las 100 mil toneladas, y la Argentina se consolidaría como uno de los primeros 10 productores, estimó Marginet Campos.
El crecimiento en la producción de aceitunas fue acompañado por un desarrollo integral de la industria extractora de aceite y por su redistribución en el país, destacó, y aclaró que el cambio tecnológico implicó un aumento significativo en la capacidad de molienda y un cambio en el tipo de proceso.
Según la Dirección de Industria Alimentaria, en 2015 la producción nacional de aceitunas de mesa superará las 250 mil toneladas de producto elaborado.
A medida que la producción de aceites aumente serán cada vez mayores los saldos exportables, y en los próximos años la Argentina podría transformarse en el quinto exportador mundial,
estimó Marginet Campos.
No obstante, las exportaciones argentinas de aceite de oliva ya se ubican en valores históricos, al alcanzar en 2006 casi 57 millones de dólares FOB, según datos de la Secretaría de Agricultura.
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